Es una imponente formación geológica que se ha constituido en un silente testigo del tiempo y del espacio. Es un eterno vigilante y Apu tutelar de Yacango que se extiende en sus faldas imponentes y de Torata que aunque un poco más lejos, no deja de ser un callado guardián de sus bondades. Su nombre se debe a que el perímetro de su cima aparece cortado perpendicularmente, teniendo un gran parecido con un baúl, que es un mueble antiguo de uso común y popular y que aún conservan respetables familias. Desde la carretera Moquegua a Cuajone se le divisa en toda su extensión. De su cumbre, ofrece todo un horizonte de novedades y multicolor paisaje de un verde esmeralda que llena de regocijo espiritual y despierta tanta belleza, un profundo amor a la naturaleza por ser una ofrenda maravillosa de la creación terrenal, que a pesar de los años, no deja de ser interesante y misteriosa. No es nada raro, en una tarde sol cuando el cielo está despejado, observar como si estuviesen cerca, el área volcánica de la ciudad de Arequipa que no viene a ser otra que una comunión divina entre el hombre y el entorno que lo rodea del cual aún es un extraño a pesar de tanta modernidad.
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